divendres, 13 de setembre del 2013

LA LEY DE TRANSPARENCIA, UN "ACTO FALLIDO".

"No pueden reclamar al Grupo Socialista responsabilidad en torno a esta Ley y, al mismo tiempo, impedir una y otra vez cualquier iniciativa dirigida a pedir explicaciones y obstaculizar el control de la acción del Gobierno", ha reprochado el ponente socialista, José Enrique Serrano.

El Grupo Parlamentario Socialista votó el jueves, en el Pleno del Congreso, en contra del Proyecto de Ley de Transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno. 
“Aunque coincidamos con muchos contenidos de la Ley, esta no es la Ley del PSOE, por razones de fondo y de contexto”, argumentó el ponente socialista, José Enrique Serrano.
“Otra ley hubiese sido posible. Estamos ante un acto fallido en términos políticos”, ha dicho Serrano. “Respetando la legitimidad de los votos con los que va a salir aprobada, no es lo mejor que una Ley que se presenta como pieza esencial del desarrollo institucional y democrático de este país, salga adelante sin el voto del PSOE”.
Serrano ha denunciado que “hay una contradicción insalvable entre la apelación a la Ley de Transparencia como el bálsamo de fierabrás de todos los males que en los últimos tiempos afectan a nuestro sistema político, y la práctica del grupo mayoritario de obstaculizar el ejercicio por esta Cámara de una de las funciones que expresamente le otorga la Constitución: controlar la acción del Gobierno”.
“No pueden reclamar al Grupo Socialista responsabilidad en torno a esta Ley y, al mismo tiempo, negar e impedir una y otra vez cualquier iniciativa dirigida a pedir explicaciones”, ha reprochado al PP.

COMPROMISO DEL PSOE Y VOLUNTAD DE CONSENSO

“Trescientos setenta días hemos dedicado a tratar este Proyecto del Ley en esta Cámara”, subrayó el ponente socialista, un largo proceso en el que “el grupo socialista ha compartido con el Gobierno y con los grupos parlamentarios la necesidad de abrir el texto original a nuevos ámbitos, incorporar mayores compromisos, imponer nuevas obligaciones, aceptar más aire fresco”.
“Sabíamos que una buena Ley de transparencia ni iba a acabar por sí misma con la corrupción, ni iba a erradicar de inmediato prácticas y procedimientos anclados en la administración”, ha admitido, “pero teníamos el convencimiento de que una buen Ley de transparencia sí iba a dificultar la corrupción, sí iba a cambiar la forma de actuar de las administraciones, y sí podía dar respuesta a la reclamación de participación, a la exigencia de información, a la toma de postura consciente sobre programas y compromisos políticos, y a la voluntad de protagonismo que domina entre los ciudadanos”.
“Nadie podrá negar el compromiso activo del PSOE en estos objetivos” -un compromiso que se trasladó a las 67 enmiendas presentadas por los socialistas- ni la “voluntad de acuerdo y pacto que hemos buscado y mantenido, incluso cuando en el 10 de julio los ponentes socialistas abandonamos las labores de la ponencia. Eso no significó una ruptura de los acuerdos alcanzados”, aseguró Serrano.

NINGUNA ENMIENDA SOCIALISTA ACEPTADA

José Enrique Serrano, que se ha quejado de que “ninguna de nuestras enmiendas ha sido formalmente acogida en el texto”, ha defendido las 20 que el Grupo Socialista mantiene vivas para su votación en el Pleno, en las que se reclama, entre otras cuestiones, que las administraciones tengan la obligación de hacer públicas sus relaciones de puestos de trabajo, sus procedimientos administrativos, sus cartas de servicios, y los contratos de alta dirección que se celebren en el sector público. Asimismo, hacer público no sólo su patrimonio inmobiliario, sino también las acciones o participaciones de capital que tengan sociedades mercantiles. Y para dar sentido a los trámites de información pública que prevén las leyes de procedimiento –explicó- “queríamos que se hiciese público un resumen de alegaciones formuladas y el rechazo o aceptación de las mismas”.
También se pretendiamos los socialistas asegurar la publicidad de los contratos celebrados por las administraciones, así como de sus incidencias, en todas las actuaciones urbanísticas; garantizar la publicidad de todos los elementos relacionados con las campañas institucionales de publicidad; que las entidades que prestan servicios públicos, sobre todo en educación, sanidad, y servicios públicos, tuviesen que explicar públicamente cómo lo hacen y en qué condiciones; mandatar al Gobierno la regulación de la actuación de los lobbies; y adecuar el Reglamento del Congreso a los principios de la Ley, para aplicar las pautas de transparencia no sólo a su actuación económica y administrativa, sino también al quehacer de fondo del Parlamento.

Finalmente, el ponente socialista rechazó que “un Gobierno con mayoría absoluta sugiera que el presidente del Consejo de Transparencia y Buen Gobierno sea elegido por mayoría absoluta y no por mayoría reforzada” y se mostró preocupado por “cómo va a incidir en la estabilidad de los ayuntamientos la aplicación de las normas de buen gobierno que se contienen en la Ley al único supuesto de todo el panorama institucional en el que la condición de alto cargo y cargo electo coinciden, como son los concejales”. Igualmente, consideró que “no puede ser una prohibición de designación para ser cargo público en todos ámbitos como sanción impuesta por órganos administrativos”.