dilluns, 28 de juliol del 2014

CENTENARIO DE LA I GUERRA MUNDIAL

El Partido Socialista se fundó clandestinamente en Madrid, el 2 de mayo de 1879, en torno a un núcleo de intelectuales y obreros, fundamentalmente tipógrafos, encabezados por Pablo Iglesias, siendo uno de los primeros partidos socialistas que se fundaron en Europa.
Durante estos 135 años el PSOE ha participado activamente en la historia, por lo que vamos a ver si iniciamos una serie de post dedicados a hechos históricos y la participación del PSOE en ellos.
El 28 de julio de 1914, con la invasión de Serbia por parte de Austria-Hungria, se inició la I Guerra Mundial. 
Los socialistas de hace cien años, manifestaron en aquel momento sus posturas, incluso sus discrepancias, como podemos apreciar en el siguiente texto del volumen II, de la Historia del Socialismo Español escrito por Josep Termes y Ramón Alquézar, y dirigido por Tuñon de Lara.

"En el inicio de la I Guerra Mundial, el PSOE reaccionó rápidamente y el 2 de agosto de 1914 lanzó un manifiesto acusando al imperialismo y al capitalismo de ser los causantes de la guerra, exigiendo la neutralidad española y reiterando las tesis del abandono de Marruecos. Pocos días después, en el Parlamento, Pablo Iglesias dijo: “Hemos manifestado nuestro deseo de que España se mantenga neutral, pero también hemos manifestado nuestras simpatías y nuestros deseos de que triunfen aquellos cuya victoria entendemos es beneficiosa para los pueblos. Nuestro criterio respecto de la neutralidad se funda en las circunstancias en que se encuentra España. De no encontrarse en esas circunstancias, seguramente procuraríamos que dónde van nuestras simpatías fuera también todo lo que nosotros juzgamos eficaz para el triunfo de aquell causa”.
En contraposición a esta postura, Recasens Mercadé escribía el 15 de agosto de 1914: “Para los militantes socialistas, para los que luchan por implantar un régimen de igualdad, de paz y de justicia, para los que, agrupados bajo la gloriosa enseña roja, laboran por acabar con el imperio odioso de la burguesía, el actual conflicto tiene suma importancia. Nosotros no tenemos ni podemos tener preferencia por la entente ni por la triplice. No deseamos el triunfo de unos ni la derrota de otros. ¡Cómo no ser así, si en todo caso, suceda lo que suceda, sea para quien sea la victoria, sólo correrá sangre proletaria y de ciudadanos ajenos completamente a la bárbara lucha que se ventila!. Si al campo de batalla fueran únicamente los interesados en el conflicto  -reyes, emperadores, ministros, diplomáticos, etc.- tal vez nos inclinaríamos por los pueblos menos militaristas y menos despóticos, nuestra simpatía es por los obreros, que en todas partes tienen un solo enemigo comun: el capitalismo .... que termine pronto la guerra ... Y, no nos queda duda, la actual conflagración es el prólogo de esta revolución social ansiada”.
Estas discrepancias reflejaban que en el PSOE coexistían tres tendencias:
a)   La de los defensores a ultranza de la paz, que adjudicaban a esta guerra lo mismos parámetros que a las restantes promovidas por el capitalismo. En esta tendencia habría que incluir a Torralva Beci, Recasens, Largo Caballero y, con matizaciones, a Fabra Ribas.
b)  La de los aliadófilos, que si bien analzan la guerra como hecho que dirime la supremacía entre capitalisas, es partitaria de sostener el bando más progresista y liberal representativo de este orden social, es decir Gran Bretaña, Francia y, a partir de 1915, Italia. Identificados con esta postura estuvieron Araquistáin, Prieto y, con matizaciones, Aguiano y Besteiro, así como Iglesias.
c)   La que incide en las que son las verdaderas causas de la guerra, analizada como consecuencia de la rivalidad de los capitalismos imperialistas de Alemania y Gran Bretaña y precipitada por el militarismo prusiano. Esta tendencia tenía a sus más genuinos representantes en Verdes Montenegro, García Quejido y Núñez de Arenas."