LA REFORMA
LOCAL, UN NUEVO PASO AL PRECIPICIO.
Escrito por
Fernando Santamaría Pavón
Hace unas semanas, uno de esos periodistas que tanto adornan los
debates televisivos por parte de la derecha más rancia de este país se
preguntaba ¿qué es el Estado?. Él no lo
entendía y no es un olvido al azar, sino sistemático de sus posiciones
maximalistas. El Estado no es más que el sistema de control de los desmanes del
poder, es quien impone las leyes y las hace cumplir.Se acaba de aprobar la
nueva contrarreforma legal, un nuevo paso a la desdemocratización del Estado.
Recuerdo hace tiempo en otro de mis escritos poner un ejemplo claro,
las películas del oeste, los famosos western. En esas películas un hombre bueno
y justo tenía que cubrir el hueco que aún no cubrían las leyes o que la
corrupción o violencia ejercida por el poderoso había logrado, comprando o
asesinando al sheriff. En esas películas el éxito venía aparejado con la
llegada de las instituciones del Estado, ese gran desconocido, si no olvidado o
eliminado por los neoliberales.
La actual reforma Local del Estado no es más que eso, la desaparición
que imponen desde el más absoluto egoísmo, por no decir epítetos más fuertes,
los clásicos poderes fácticos. Y es algo que no ha salido ni gratis ni de la
nada. Llevan años lanzándonos mensajitos, tanto por email como por charlas
ocasionales, de supuestos amigos del despilfarro que suponen las autonomías y
ayuntamientos. Y el mensaje ha calado.
Primero analicemos qué significa despilfarro para estos tipos.
Despilfarro es todo aquello a lo que ellos no le puedan sacar partido o
beneficios. Con esta definición está claro que sobra el Estado del Bienestar,
pues el Estado es el único que da todo lo que necesita el ciudadano, lo más
básico: Sanidad, Educación, Servicios Sociales, Prestaciones Sociales y
Seguridad.
Recordemos qué pasaba en esas películas con los pobres ciudadanos: Eran
asesinados, robados y violados por los matones de los ricos; había dos niveles
de justicia, la del rico del pueblo y sus acólitos y la de los demás. En ese
sentido este gobierno del Partido Popular ya ha subido o implantado nuevas
tasas en Justicia que hace que la misma no pueda llegar a las clases más
humildes. Por otro lado, ya pasó con Aznar, la Policía Nacional y la Guardia Civil fueron casi desmanteladas
por la falta de reposición de nuevo personal funcionario. Y ¿cuál era su
solución? La seguridad privada. Curiosamente la misma solución por la que
optaba el rico de las películas del Oeste, la contratación de matones y
pistoleros.
El segundo punto es la reducción de concejales. Para ello se ha lanzado
el mensaje que los políticos cobran mucho. Pues curiosamente hay miles de
concejales que no cobran ni un céntimo. Es decir, no hay pérdida de gastos,
pero sí hay pérdida democrática. ¿Por qué digo esto? Pues porque al haber menos
puestos por ayuntamiento la ley D´Hondt arrasará a las terceras y cuartas
fuerzas políticas y dejará muy mal a la segunda. Se ahondará en el tan
denostado bipartidismo. Quiero recordar que este bipartidismo actual permite la
existencia de más partidos, con la
actual reforma esta diversidad política desaparecerá. En sus cálculos entran la
separación de las fuerzas de izquierdas, malmiradas unas a las otras gracias a
la propaganda maliciosa lanzada por sus medios de comunicación controlados.
Medios de comunicación expertos en un doble rasero histórico y comprobable en
cualquier hemeroteca, por ejemplo entre las situaciones vividas en los dos
últimos años de gobierno de Rodríguez Zapatero y los dos años sufridos con el
gobierno de Rajoy.
El tercer punto es la eliminación, según cálculos, de hasta 40000
funcionarios más. Como analizo en mi artículo Las mentiras del Neoliberalismo
(recopilación). Tanto dejar de invertir en lo público como despedir a
funcionarios tiene unos efectos perniciosos muy notables. La pérdida de esos
40000 puestos de funcionarios que irían al paro podría conllevar la pérdida de
otras 240000 personas más de las empresas privadas. Recordemos qué era un
funcionario: Un persona con trabajo estable de por vida, que podía consumir sin
problemas durante toda su vida. Ese nicho de consumo permanente permitía que
los que trabajaran en lo privado ganaran más dinero y dieran más movilidad a la
emprendeduría. Además la pérdida de inversión en el sector público hace que se
pierda una gran parte de ingresos, recuerdo que por cada 100 euros invertidos en lo público se recogen entre 90 y 170 y no
50 euros como los neoliberales dicen.
El cuarto punto no es menos importante. Esta reforma impone un
alejamiento de la política de la sociedad, al recluirlo en un único organismo
al que cortaron todas las vías de comunicación con la gente, el Parlamento. En
definitiva, las sociedades democráticas avanzan hacia una participación
ciudadana más intensa. Pero con esta ley se extermina este avance; un paso más
en el enroque de las clases dirigentes en su torre de marfil.
El quinto punto es la definitiva destrucción de la ley de dependencia
que el Gobierno de Rodríguez Zapatero impulsó. Las administraciones locales
eran el primer punto de encuentro en la ayuda directa al ciudadano en situación
de desamparo.
El sexto punto es la desaparición del mundo rural, donde de la mano de
la sostenibilidad económica abandona a todos estos ciudadanos a ser personas
del tercer mundo. Este es un claro ejemplo de la falta de visión neoliberal de
la situación. Ninguna empresa querrá invertir en un centro de salud o en un
colegio de un pueblo de 100 personas por ruinoso económicamente, cuando los
impuestos recaudados por la administración por todas las actividades económicas
creadas gracias a la existencia de esos servicios eran la base de un
crecimiento o mantenimiento económico de esas sociedades. Lo privado nunca es
la solución a los servicios públicos que el Estado tiene la obligación de
suministrar, al menos en un Estado democrático.
Esta reforma de las administraciones locales es más de lo mismo.
Fomenta la desaparición del Estado, la desaparición de los derechos de los
ciudadanos ganados en la Democracia. Es, como decía en mi ejemplo, dejarnos a
manos de los matones y los impulsos avariciosos y desmedidos del poder de un personaje
o conjunto de ellos que esclaviza y roba a todos los habitantes de ese pueblo
de las películas del Oeste.